viernes, 26 de agosto de 2011

Hace frío y estoy lejos de casa...



Pasamos lo que quedaba de noche sentados en el living, mirando por el ventanal. Tú, plácidamente dormido, abrigadito entre mis brazos. Una réplica tras otra y nosotros sin saber nada de la familia ni del epicentro de este terremoto. Sólo pensábamos en que el destino había permitido que estuviéramos juntos....no te podrías imaginar mi locura si hubieras estabo en la clínica, más aún, cuando se cayó la torre de corriente a la salida del estacionamiento, así que no había manera de sacar el auto.

Angustiados,y luego de un par de horas, decidimos bajar al lobby del edificio donde estaba la noticia: una decena de personas sentadas en el piso del lugar y tapados con frazadas, atentas a la radio del conserje. Ahí nos enteramos que la peor parte se la habían llevado los penquistas. Poco a poco, también nos pudimos comunicar con tus abuelos. Empezaba a amanecer y se nos empezaba a aclarar el panorama.

Habíamos decidido quedarnos en STGO por algunos días, por si algo te pasaba....pero aunque ninguno de los dos dijera nada, sabíamos que estábamos aterrados y que pese a todo, era mejor estar con la familia. Nos dimos tres vueltas y la angustia hizo que empezáramos a armar maletas.

La tía Ivonne y la Rossana nos fueron a saludar y nos contaron que si bien había muchas pasarelas en el piso, la carretera estaba transitable...era el impulso que nos faltaba para partir.

Con los autos llenos, comenzamos el viaje. Pero primero pasamos a la clínica, ya que tu leche sólo la podíamos comprar en una importadora, que claramente no funcionaba post remezón. Ahí, en la que fue tu casa por 23 días, el terremoto hizo lo suyo y donde estaba tu cuna al día siguiente había sólo una ruma de desechos. Tu pediatra me contó que estaba de turno y que debieron sacar a las guaguas en los bolsillos de delantales especiales para emergencias.....Insisto, todo pasa por algo...

Y nos vinimos Gaspar. Luego de un viaje largo, llegamos a la casa de tus abuelos, donde todos te esperaban. Al fin en la casa. Aquí, los temblores pasan de largo, Gaspar.





Uno de mis grandes temores- y creo que el de todos los papás de niños con algún tipo de patología o capacidades especiales- se relaciona con el momento en que me preguntes y conversemos sobre tu enfermedad. ¿Cómo explicarte lo que te pasa, porqué te pasa, o porqué no puedes hacer lo mismo que los niños de tu edad¿ . Lo he pensado muchas veces y el nudo avanza de mi guata a la garganta. Sé que falta para eso y que el tema lo debemos abordar con cautela y ayuda, pero me he estado preparando.

Ayer, una amiga compartió este lindo cuento en su blog, que ya imprimí, anillé y reservé para que lo leas, Gordito. Hoy se los entrego a ustedes...Ojalá les guste, lo lean y compartan con sus niños. (Vía , blog sobre accesibilidad y tecnologías para la discapacidad, de @_Sole_. http://www.ayudatec.com/).


http://www.aulaintercultural.org/IMG/pdf/nimasnimenos.pdf

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