lunes, 17 de octubre de 2011

La tercera es la vencida!

Todo iba perfecto. Crecías mucho, lograbas algunas cosas, y más allá de los resfríos que nos hicieron pasar sustos, y que te mantuvieron en la clínica por varios días, en dos ocasiones, los problemas inciales los habíamos dado por superados.
Pero un domingo de marzo del 2011 estabas muy raro. Me mirabas diferente (como la cancion!) y tus ojos estaban enormes. Incluso les comenté a tu papá y tu abuela que algo te pasaba. Sumamos a eso que tu fontanella (mollerita) estaba inflamada, algo que te había pasado otras veces, pero por cortos tiempos, cuando por ejemplo tenías fiebre. Pero esto era otra cosa. El lunes seguías igual y yo me puse muy nerviosa. estábamos donde tu abuela y al almuerzo no pude comer. Y en minutos los tenía a todos convencidos que algo estaba mal, así que armamos mochilas y partimos a la clínica. Tu doctor, felipe, te estaría esperando en urgencias. Ya tus ojos estaban el sol naciente y un rápido tac cerebral comprobó lo que yo pensaba: disfunción valvular.
Como todo se junta, te diagnosticaron un virus sincicial respiratorio, muy complicado para las guaguas, pero que en tu casa fue bien asintomático.

Eran las 20 horas, y te operarían de urgencia a las 00:00.

Yo, para variar, noparaba de llorar y rezar, tu papá y la abuela hacían las llamadas correspondientes. Horas eternas, Gasparcito. La operación resultó bien y a las 3 de la mañana estábamos en la UTI, acompañándote por turno. Los amigos mandaban mensajes de ánimo y se sumaban una vez más a nuestros rezos....
Dos días después, te pasaron a intermedios...pero yo te caché nuevamente raro. Es verdad eso que dicen del isntinto materno, que las mamás siempre le achuntamos...pedí que viniera el doctor y que te hicieran un exñamen, porque no te veía bien. Claro, tu válvula ahora se había infectado y nuevamente había que operar de urgencia.

¿Qué podía pensar en esos momentos? Lo mismo que cuándo te esperaba, pero ahora, potenciado y repotenciado. Mi miedo era enorme, no sabía que se nos vendría por delante, todo era muy complicado, difícil, duro, triste y preocupante. Y tu, como siempre, con hambre, con risas....

La segunda operación era diferente. si en la primera "destaparon" la parte de la válvula con problemas, a la altuta del ombligo, esta vez te la retirarían y pondrían un cateter externo, al centro de la cabeza, que te permitiría drenar el líquido por algunos días, mientras controlaban la infección con fuertes antibióticos. Tenías que estar acostado siempre, a una altura definida, con una manguera que salía por tu cabeza y que terminaba en una bolsita, donde caía el líquido restaste.

Verte así me partió el alma. Me desarmó, descompesó y junto a tu papá, nos hizo más fuertes. Porque necesitamos mucha fuerza para acompañarte y cuidarte día y noche (con mucha ayuda y sistema de turnos). Para vigilar todo lo que sucedía, pedir que se cumplieran los horarios, que te dieran la comida a tiempo, que no se olvidaran que eres alérgico al látex, que te dieran tus remedios y que me explicaran una y otra vez, y las que necesitara, lo que te pasaba a cada hora. Fuerza también para pelear en contra de las negligencias, olvidos y desatinos de algunos (como de la psicóloga, que me fue a dar una charla del riesgo de muerte y de mis derechos que debía hacer valer en mi empresa cuando un hijo está grave).

Los días de UTI pasaron y nuevamente te sometieron a una operación, ahora, para instalar tu válvula definitiva. Te pasaste Gaspar, de verdad eres un niño muy fuerte, valiente y con mucho power, que nunca perdió su sonrisa y que sin duda nos ayudó a mantener la fe.

Tres anestecias generales, más una que otra para alguna resonancia y tú, como tuna, viendo monos y tomando jugo...Válvula nueva, grande, regulable con imanes y esperamos que definitiva instalada, tu cara cambió!. Volviste a ser mi Gaspar, ese chinito cuando se ríe, que cierra sus ojitos cuando abraza, los que le brillan cuando ve a su papá o su abuela...ese que bota los juguetes, grita de alegría y hojea cuentos. Ese que come galletas y helados de invierno, que ama el fútbol de su barrio, que estira a más no poder su cuello para que le den besos, juega a la escondida, poco a poco aplaude, y cada minuto, cada segundo, me hace sentir orgullosa de que me haya elegido como su mamá.







En tus 20 meses de vida, al menos has estado 100 días en la clínica. Inevitable fue entonces que le tuvieras pánico al doctor...por ejemplo, si vamos a la clínica, te pones a llorar en el estacionamiento Gaspar. Tus doctores ya están acostumbrados, ya que lloras en todas las consultas. Hay algunos que han optado por sacarse el delantal blanco y han recurrido a técnicas como dejarte jugando por unos minutos, entrar a las salas en silencio, "de civil" y examinarte por la espalda. Amorosos todos. Y yo, ilusa, te compré un cuento que habla del tema y te lo leí durante varios días....

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